El hambre no perdona, al igual que no lo haría un control sanitario si es que alguno de estos locales, que estoy seguro todos conocen, fuera examinado. Estas carretillas o garajes adaptados, tan frecuentados en nuestra Lima, pueden tener el nombre que quieran pero para nosotros siempre serán "La Tía Veneno". El pan es lo de menos; las papitas si son un tema relevante, simplemente no pueden faltar; la hamburguesa puede ser de cualquier mamífero, se le resta importancia; sin embargo, las cremas son en su conjunto un elemento imprescindible, sin este no tendría sentido el apelativo bajo el cual conocemos estos quita-hambre ubicados en cada esquina de la ciudad. La variedad de las salsas a veces no tiene fin, desde las tradicionales: mayonesa, mostaza y ketchup; hasta la famosa y tan demandada tártara, salsa de aceitunas, golf, perejil, y demás cremas a las que finalmente se les debe añadir un ingrediente sin el que no se puede entregar la hamburguesa: el ají. Además del pan, la hamburguesa en sí, y las cremas mencionadas anteriormente, se le puede poner huevo, queso, jamón, tocino, o rodajas de cebolla al gusto. La tía veneno sabe.
miércoles, 23 de junio de 2010
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